1 Un Encuentro Desconcertante
Había una
guerra en ciernes. La Familia de los Lorenzo Mata y los Sarasola habían tenido
varios enfrentamientos, digamos verbales, que estaban a punto de convertirse en
hostilidades abiertas. Eran dos familias muy poderosas, no solo en virtud de
sus riquezas, también por la amplitud de ambas familias, que contaban con
millones de miembros esparcidos por la galaxia. Como había empezado apenas
nadie lo sabía, pero ahora toda Eladium respiraba intranquila ante la
posibilidad de un conflicto armado soterrado. El gobierno galáctico intentaba
resolver el asunto sin muertos y todas las personalidades importantes de la
galaxia trataban de intervenir para evitar el peor escenario posible.
Olivia
Lorenzo-Mata, alta, enjuta y con postura erguida a pesar de la edad, estaba
sentada tras su enorme mesa de despacho. De madera casi negra con matices
rojizos y brillante debido a la cera que aplicaban casi cada día, la mesa
ocupaba gran parte del despacho forrado en madera. Grandes alfombras de lana de
saltobog, de intricados dibujos y arabescos cubrían parcialmente el suelo. Tras
la señora un gran ventanal dejaba entrar toda la luz del día, aunque esa parte
del edificio estaba en sombra y los rayos solares no traspasaban los cristales
blindados. Con la espalda muy recta observaba unos documentos en papel digital
que sujetaba firmemente con su mano derecha, cuando terminó levantó la mirada
para mantenerla fija en la puerta. Por allí entraría el enviado de los
Sarasola, aunque de poco serviría ya que estaba dispuesta a todo para mantener
su postura. Esa zona de la galaxia, ese mercado era suyo, de su familia, lo había sido desde hacía tres mil años y
estaba dispuesta a que continuara siendo así. No importaba lo que dijera el
gobierno, ni tampoco la intervención del ejército, podía mantenerlos a raya
durante el tiempo suficiente. No entrarían en su territorio.
La música
de su trans3D sonó suavemente. Su secretaria personal le comunicó quien quería
hablar con ella. El apellido no concordaba, frunció ligeramente las cejas,
pudiera ser que los Sarasola hubieran enviado a un hombre de su familia
política, quizás un marido importante o un marido secundario que ella no
conociera. Sintió la ira crecer en su interior, aunque le dijo a su secretaria
que le cediera el paso.
La puerta
de madera se abrió y su secretaria entró seguida de un hombre alto y moreno. Se
saludaron y el hombre se sentó al otro lado de la mesa. La secretaria salió
tras asegurarse de que todo estaba listo.
- Señor
Velero Rul.
- No soy
el enviado de la Familia Sarasola. Interrumpió él, ligeramente molesto, aunque
no por estar allí sentado, era porque se lo habían ordenado. Olivia le miró
interrogativamente para que el continuase. Como él no dijo nada preguntó.
-¿Y quien
le envía señor Rul? El enojo que sentía no traspasó su fachada.
- Me
envía la Estirpe.
-
Acabáramos. Dijo ella, recostándose en el respaldo de su silla y contemplando
al hombre entre enfadada y burlona. La Estirpe, repitió con cierta burla en la
voz. La Estirpe no existe, continuó severa. Se inclinó hacia delante. Salga de
mi despacho. Ahora mismo.
Velero
Rul la miró sin inmutarse, a pesar de que ninguna cabeza de familia amenazaba
en vano. Dejó un pequeño trans3D de última generación encima de la mesa y lo
conectó. Al poco la figura de una mujer joven, apenas una adolescente apareció
frente a la señora Lorenzo-Mata. Su mirada seria y sus labios apretados la
pusieron en alerta.
- Buenas
tardes. No voy a permitir que ninguna de las dos familias continúe con este
enfrentamiento, dijo sin más miramientos, lleguen a un acuerdo con el señor Rul
y comuníquenmelo, de lo contrario descabezare a ambas familias hasta la cuarta
generación. La estabilidad de Eladium es más importante que cualquier disputa
comercial y no estoy dispuesta a dejar que ustedes la pongan en peligro.
La mujer
calló, obviamente esperando respuesta. La señora, ardiendo de ira, se levantó y
sacó su pistola, si esa mujer quería una respuesta ella se la daría, y de lo
más contundente. Apuntó al hombre pero se encontró con el cañón de la pistola
que el empuñaba.
- Yo que
usted no lo haría.
Ella dudó
un momento pero el arma era oficial y eso no lo podía pasar por alto. Bajó el
arma y la dejó sobre la mesa. Si este hombre tenía un arma debía estar
contratado por el gobierno.
- Buena
elección, dijo la mujer del trans3D, se quedó pensativa un momento. Quiero que
se reúnan conmigo, el señor Rul les acompañará. Yo mediaré para que lleguen a
un acuerdo. Adiós.
La imagen
desapareció y el despacho quedó en silencio durante unos momentos. La señora
Lorenzo-Mata miraba fijamente a Velero Rul, que le devolvía la mirada con la
misma seguridad pasmosa.
- Esta
niña que dice ser la Estirpe ¿Quién es? ¿Se supone que debo acatar lo que
dice?¿Cómo se atreve a darme órdenes?
- Maera
Estirpe, reina de Eladium, tiene potestad para intervenir en los conflictos que
pongan en peligro la paz, la seguridad y la estabilidad de la galaxia. Se
inclinó hacia delante. Parece que no conoce la Constitución ¿No ha ido al colegio?. Eso era cierto,
Olivia Lorenzo-Mata no se había educado en un colegio, había sido educada por
tutores particulares. Si en los colegios la asignatura constitucional era
obligatoria, para ella y otras muchas mujeres de la galaxia, nacidas dentro de
las grandes familias, hacia generaciones que la Constitución no figuraba entre
los conocimientos adquiridos, ni su madre, ni su abuela, ni sus hijas, ni sus
nietas o biznietas habían tocado jamás ese texto legal. Debería asesorarse, se dijo Olivia. Velero Rul se
levantó elegantemente de la silla y se abrocho el botón de la chaqueta. Doña
Maera Estirpe, dijo, quiere reunirse con ambas familias. Me alojo en el Hotel Ambusí,
les haré llegar noticias. Pero prepárense para viajar, todas ustedes, en un
futuro muy próximo. Buenos días.
- Muy
bien señor Rul. Espero impaciente lo que tenga que decirme. No evitó que cierta
mordacidad apareciera en su voz.
Él se
volvió con una sonrisa radiante mientras abría la puerta y después salió
cerrando tras de si. Olivia volvió a sentarse un momento antes de llamar a su
secretara personal para informarse sobre la Estirpe, ella si había recibido una
educación convencional. Si el hombre que decía llamarse Velero Rul había
mentido su vida había terminado, no tendría un rincón en la galaxia para
esconderse. Accedió a la base de datos mientras entraba su empleada. Velero
Rul, ingeniero de minas, nacido en Aurora, buscó la localización del planeta,
cerca del centro de la galaxia, allí se había educado, aunque los estudios
superiores los estaba completando en la Universidad Técnico-Industrial Central,
muy lejos de su planeta de origen. Por lo menos existía y no se escondía tras
identidades falsas. Su secretaria le confirmo la supuesta existencia de la
Estirpe, aunque nadie la había visto, pero la legislación existía y era muy
extensa. Revisó todas las leyes para asegurarse de su existencia. Se concentró
en Aurora, había muy poca información disponible y aún menos imágenes y eso era
extraño. Estirpe, ahí encontró imágenes de diversas mujeres a lo largo del
tiempo, apenas unas pocas para tratarse de una reina de toda la galaxia, claro
que si la mitad de lo que su secretaria le había contado era cierto, lo mejor
era no cruzarse con ella. Quizás el presidente del gobierno supiera algo más,
hablaría con él. Le dio las indicaciones a su secretaria que salió en silencio,
cerrando suavemente la puerta tras de ella.